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Los ancianos


 

En cuanto subí al avión sentía como si estuviera regresando a casa.


Aquí son fiestas patrias y los niños no tienen escuela, por eso mi misión esta vez está con los ancianos.

Cada mañana voy a la Capilla de Belén, es un comedor al que van 42 ancianos sin recursos, o nadie que se preocupe por ellos. El desayuno nos los donan todos los días, es pan duro de ayer, pero nos sabe a gloria. El día que hay menos donación nos las tenemos que ingeniar; y el almuerzo se compra gracias a tómbolas, más donaciones, y por supuesto, el Padresito Alfonso pone lo suyo. El que puede paga 1'5 soles (40 céntimos de euro), por la comida que se les da en el día. Pagando se consigue que valoren la ayuda que se les da, que vengan todos los días, y quizá se disuada a alguno que quiera aprovecharse de las "hermanitas", como llaman aquí a las voluntarias, o "mamita" si te lo dice una cholita de las sierra (nunca pensé que tendría tantos "hijitos").


Así pasamos la mañana: yo les doy dos trozos de pan y un poco de cuaque (avena y agua), y ellos a cambio me cuentan sus dolores y penas. La mayoría están solos, o si tienen hijos, no se ocupan de ellos, tal vez ni viven en San Ramón. Unos pocos viven con sus hijos, padres o madres solteros, y sus nietos. Este es el caso de Marta. Ella es de la sierra, bajó a la ciudad de chiquita, pero aún se sigue vistiendo como entonces, con su sombrero, dos trenzas y falda. Su nieta, Asumi tiene 9 años, ella limpia la casa mientras su hermana cuida de su bebé, su padre trabaja en la chacra y su abuela Marta pasa la mañana con nosotras. Sobre las 11:30 Asumi recoge a Marta y juntas se van a la casa a racionar el almuerzo que Hada ha preparado. (El nombre de Hada le viene que ni pintado, para mí es su Hada Madrina, el Ángel de la Guarda que quiere a cada ancianito al que sirve).





Hoy Toribio, por petición popular, ha traído su guitarra, o su novia como él le dice, y ha estado entreteniéndonos un rato con sus canciones, la mayoría en quechua. Toribio es ciego, y en comparación a los demás, es joven, creo que por eso aún conserva la alegría y un brillo de emoción en sus ojos opacos. La mujer de Toribio se fue llevando a sus hijos de a poquito, hasta abandonarlo.


Toribio es ciego, y en comparación a los demás, es joven, creo que por eso aún conserva la alegría y un brillo de emoción en sus ojos opacos. La mujer de Toribio se fue llevando a sus hijos de a poquito, hasta abandonarlo.


Padre, te pido por todas las personas que viven de la caridad, para que tengan cada día un pan que comer.


Te doy gracias por cada persona que en algún momento ha sido generosa con el hermano necesitado.




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